Para vivir en Venezuela hay que tener una fortaleza física y mental brutal, que cuesta arriba se ha hecho todo aquí, como les digo a mis amigos que viven fuera: "Estamos vivos, pero, muertos"
Que equivocada estaba :-(
Ahora en el 2020, ya tengo 54, mis dos hijos mayores están fuera, ayudándome a vivir en una Venezuela acabada. Gracias a Dios, parece que tengo esa fortaleza para vivir aquí, a veces me quiebro, sobre todo en este mes de Octubre. Gracias a Dios tengo unos hijos maravillosos y también tengo relaciones amistosas especiales, unas recientes y otras de vieja data, que me confirman lo que siempre había pensado, que si uno es buena persona , todo eso se te devuelve en algún momento.
Aqui sigo, haciendo frente a cada minuto de mi vida en este país... Es una carrera de obstáculos y no pienso perderla.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario